PQ Digital.- En 1937, Otto Bayer estaba buscando una nueva vía para sintetizar fibras que, tras la invención del nylon, había aumentado la demanda de fibras sintéticas para sustituir a la seda. Con 35 años de edad, al entonces jefe del laboratorio científico principal de la denominada I.G. Farbenindustrie en Leverkusen (Alemania) no solo le interesaba desarrollar una nueva química, sino que también pretendía conseguir un método de producción de plásticos más sencillo y con menos subproductos.
Su invención de la química del poliuretano (PUR), basada en la reacción de diisocianatos y polioles, se implantó no sin esfuerzo: la idea de sintetizar plásticos a partir de los isocianatos, conocidos por su elevada reactividad e inestabilidad química, no fue bien acogida por sus superiores. A pesar de ello, el 13 de noviembre de 1937 se solicitó una patente sobre los resultados de la investigación y se puede considerar que la patente imperial alemana DRP 728.981 constituye la «partida de nacimiento» de la química del poliuretano, según Bayer.
Al contrario de lo que se esperaba, a partir de los primeros intentos no se consiguen fibras (que llegarían algo más tarde), sino una espuma cuyos poros se deben a la formación de dióxido de carbono como subproducto.
Paralelamente al trabajo de laboratorio, el inventor y su equipo se dedican a dilucidar dónde podrían aplicarse las espumas, fibras y elastómeros del nuevo plástico. Algunas citas de las patentes básicas registradas hasta 1948 demuestran que los investigadores desarrollaron una enorme creatividad: «los materiales porosos ligeros son adecuados como material de soporte en la construcción de aviones y barcos, como aislante térmico y acústico, para piezas de mobiliario, ruedas, juguetes, construcción de edificios, prótesis, suelas de calzado y vendajes de tracción».
Había que encontrar vías para fabricar de forma industrial —para lo cual se necesita la técnica de procesado adecuada—, de modo que pronto se inició una fructífera colaboración entre químicos e ingenieros. Por otra parte, antes de nada había que sentar las bases para el inicio de la siguiente cadena de procesos. En este caso, el asunto principal consistía en trasladar la reacción química y, con ello, la producción propiamente dicha de los poliuretanos al cliente manteniendo una elevada calidad de los productos finales.
Poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial da comienzo una rápida evolución de la química del poliuretano, así como de la tecnología de transformación, los ámbitos de aplicación y los mercados y, por ende, también de las capacidades. En 1952 Bayer AG presenta por primera vez un bloque elástico de espuma flexible de la marca Moltopren® a partir de diisocianato de tolueno (TDI) y polioles-poliéster. En los años siguientes se introducirá también el poliéter en el mercado, lo cual ampliará claramente las posibilidades de aplicación de los poliuretanos.
En 1955 Bayer registra la marca Desmopan para sus poliuretanos termoplásticos (TPU) —poliuretanos por su origen químico y termoplásticos por su proceso de transformación—, unos productos versátiles que ofrecen un amplio espectro de posibilidades de uso. A partir de 1958, las pinturas de poliuretano a base de Desmodur y Desmophen (pinturas DD) se convirtieron en sinónimo de pinturas de alto rendimiento para la reparación de vehículos, barcos y aviones.
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