En las siguientes líneas, el secretario general de la Asociación de Empresas Químicas de la Comunidad Valenciana (Quimacova), José Luis Montañés Abad, advierte de los obstáculos a los que se enfrentan las empresas que configuran la industria química en nuestro país. Entre ellos, los elevados costes energéticos y la falta de una política energética nacional clara y coherente.
La industria química, uno de los pilares productivos de la economía española, se encuentra en una encrucijada crítica. A pesar de su capacidad de innovación, su peso en el empleo y su papel clave en la transición ecológica, el sector enfrenta una amenaza persistente: el elevado coste energético y la inestabilidad en el suministro, agravados por la ausencia de una estrategia energética nacional clara y coherente.
Durante la reciente Asamblea General de la Asociación de Empresas Químicas de la Comunidad Valenciana (Quimacova), nuestra presidenta, Amaya Fernández de Uzquiano, fue tajante: “la hiperregulación y el precio de la energía están restando competitividad a nuestras empresas”. Esta afirmación no es una queja aislada, sino el reflejo de una preocupación estructural que atraviesa a toda la industria química española.
La situación es especialmente crítica para la química básica, altamente intensiva en consumo energético. Según datos de Feique, esta rama sufrió una caída de casi 12 puntos en su cifra de negocios en 2023, arrastrada por los altos costes del gas y la electricidad. Aunque se espera una leve recuperación en 2025, el daño estructural ya está hecho: muchas empresas operan al límite de su rentabilidad, y otras consideran deslocalizar su producción. Esto tiene un efecto muy negativo sobre el tejido industrial, ya que la pérdida de competitividad de Alemania y las industrias de química básica de Europa nos afecta en cuanto al incremento de los costes de materia prima, unido al alargamiento de la cadena de suministro, ligado a la deslocalización e incremento de costes de nuestros procesos productivos.
Y aquí viene el punto que más preocupa: la fuga de empresas. No es solo una posibilidad, es una realidad que ya empieza a tomar forma. El Banco de España ha advertido que si los precios energéticos siguen por las nubes, muchas industrias (y no solo la química) podrían hacer las maletas y buscar destinos más amables para producir. Países con energía más barata y menos trabas burocráticas se están convirtiendo en imanes para estas compañías. Y claro, ¿quién puede culparlas? Si producir aquí cuesta el doble que en otros lugares, la decisión se vuelve casi de supervivencia, ya que los mercados finales son libres y competimos con fabricas de todo el mundo.
Se necesita una hoja de ruta energética que combine seguridad de suministro, precios competitivos y apoyo decidido a la transición verde
La paradoja es evidente. Mientras Europa exige a la industria química una transformación profunda hacia la descarbonización (con inversiones estimadas en 65.000 millones de euros en tecnologías limpias solo en España hasta 2050), no se le ofrece un marco energético estable, predecible y competitivo. La reciente mesa redonda organizada por Quimacova dejó claro que la energía no puede seguir siendo un obstáculo, sino que debe convertirse en un vector estratégico.
La falta de una política energética nacional clara no solo pone en riesgo la competitividad, sino también la soberanía industrial. En un contexto geopolítico incierto, depender de fuentes externas y de precios volátiles es una vulnerabilidad que España no puede permitirse. La industria química, que representa el segundo mayor exportador del país y genera el 5,5% del empleo de alto valor añadido, merece una estrategia energética alineada con sus necesidades y con los objetivos de sostenibilidad.
Es hora de que el Gobierno actúe con visión de futuro. Se necesita una hoja de ruta energética que combine seguridad de suministro, precios competitivos y apoyo decidido a la transición verde. De lo contrario, corremos el riesgo de que, como están advirtiendo las principales asociaciones de la industria química, Feique y Quimacova, en 2040 no quede industria química en Europa.
ANQUE y MainJobs han lanzado un programa de asesoramiento en sostenibilidad dirigido a pymes y micropymes del sector químico, con el objetivo de ayudarles a integrar criterios ambientales, sociales y económicos en su gestión empresarial.
La compañía Utilcell ha anunciado el lanzamiento de su nueva línea de células de carga en versión Alta Temperatura (HT), disponible para los modelos 300, 350, 420, 460, 490, 650, 740, y PIN.
La Plataforma SusChem-España ha dado a conocer a los ganadores de la XVII edición de los Premios SusChem, iniciativa que reconoce cada año la labor de investigadores menores de 40 años en el ámbito de la química y disciplinas afines.
Basf ha presentado su memoria anual 2024, año en el que la compañía ha desarrollado acciones para continuar en el camino hacia la neutralidad climática, con soluciones innovadoras y sostenibles para los grandes retos a los que se enfrenta el planeta.
El Grupo Wika presenta su informe sobre medio ambiente, sociedad y gobernanza (ESG) para 2024, que ofrece una visión general completa del desarrollo sostenible del fabricante de tecnología de medición en estas áreas clave.
Según publica La Razón, las 19 empresas que integran la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva gestionaron en 2024 46,8 millones de toneladas de mercancías, con el Puerto de Huelva como infraestructura clave para el sector.
El clúster químico de Tarragona se posiciona como un referente en producción, innovación y sostenibilidad, con una fuerte apuesta por la descarbonización y la economía circular. Gracias a su infraestructura avanzada y colaboración entre empresas...
Las ferias del medio ambiente de Feria Valencia, Efiaqua, Ecofira, Eco Chemical Solution EGEC y Laboralia, abrirán sus puertas el próximo mes de noviembre, concretamente del 11 al 13.
Comentarios